Operación de cambio de sexo: ¿una solución?

Miércoles, 5 de octubre de 2005 (01:09)

Antes de decir nada señalar que ésta es mi opinión sobre el tema y cada cuál es dueño/a de tener la que guste y obrar en consecuencia. Yo tomé mi decisión y vivo acorde con ella.

Como comentaba el otro día, puede llegar un momento en tu vida en que la situación se te haga insostenible: vives en el cuerpo equivocado, en uno que no se corresponde contigo, con tu forma de ser, tu actitud, tus sueños, con la imagen que tienes de ti mismo/a a pesar de lo que diga el cruel espejo.

No lo soportas más y necesitas una salida, porque estás convencida (a partir de este momento hablaré en femenino, puesto que es mi caso, pero igualmente es aplicable a un chico) de que si sigues escondiéndote y tragando, terminarás por estallar, haciéndote daño tú o a los demás.
Posibilidades que se te ocurren.

Podrías optar por acudir a un psicólogo o psiquiatra, que en el (muy remoto) caso de que se trate de un profesional competente, es posible que te ayude a encontrar un equilibrio mental que te permita analizarlo todo con mucha más calma y así tomar la decisión correcta.

Yo ni me la planteé. Pero así soy yo, rebelde hasta la médula y desconfiada de los médicos. Me valí de un medio tan anónimo como Internet para consultar información diversa que circulase por la red. Miré noticias, me metí en foros, lancé consultas a presuntos profesionales del tema y, al final, cuando me vi ya más segura y confiada, decidí ponerme en contacto con una asociación dedicada a la ayuda y asistencia a personas transexuales. Más duro fue el paso de visitarla en persona, ahí ya no había ni trampa ni cartón, no podía refugiarme tras la pantalla del ordenador, tenía que ir, yo, con mi aspecto de chico, y defender mi postura de que en realidad era una chica.

Angustia, tensión, nervios, todo lo que diga se queda corto a cómo lo pasé ese día. Pero vencí todas las barreras, acudí, y cuando llegó el momento de la entrevista personal todo fue muy bien, nadie te juzgaba, nadie ponía en duda tus sentimientos y emociones, nadie te hacía sentir como un bicho raro.

Pero no todo fue perfecto. En cuanto comenzó la conversación me di cuenta de que la mayoría de las preguntas iban sobre lo mismo, el cambio. ¿Te has hormonado alguna vez? ¿Lo has hecho por tu cuenta o bajo control médico? ¿Cuándo te gustaría comenzar el tratamiento? ¿Has acudido ya a un especialista (psicólogo) que dictamine si estás preparada para dar el paso?

¡Ey! ¡Para! Despacio. Con calma y punto por punto.

Yo he venido aquí lo primero para poder charlar y compartir experiencias con otras personas que estén o hayan pasado por una situación similar, asegurarme de que esto es lo que quiero. No quiero lanzarme a cambiar mi cuerpo de un modo tan drástico y agresivo sin tener claras mis ideas. Primero que se sienta a gusto la cabecita; luego, el cuerpo.

Pero esa forma mía de pensar parecía no cuadrar allí. No se entendía que no estuviese deseando hacer el cambio de sexo y empezar una nueva vida, ya, sin más, cuanto antes. Y claro, yo, que no entendía esa forma de proceder, rápidamente empecé a sentirme como un bicho raro. ¿Qué paradojas, no?

Total, que descubrí que no, que ése no era mi camino. ¿Entonces qué? Si yo, que era una chica en el cuerpo de un chico no encontraba mi sitio en el travestismo o la transexualidad, ¿qué me quedaba? Pues la única solución que quedaba era buscar mi propio camino, éste que estoy experimentando ahora y que encontraría tiempo después de ese primer contacto: la Teoría Queer.

¿Qué significa? Eso ya el próximo día, que llevo ya muchas líneas por hoy.